El grito de “¡Dios salve al rey!” formalizó la coronación de Carlos III como el nuevo monarca de Reino Unido, en una ceremonia que el país no había vivido en 70 años.
Aquí les presento al rey Carlos, su rey indudable. Su majestad, como hijos del reino de Dios, le damos la bienvenida en el nombre del rey de reyes”, expresaron los obispos en la Abadía de Westminster.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la iglesia de Inglaterra, colocó la corona de San Eduardo sobre la cabeza del monarca.
Esta pieza, adornada con 400 piedras preciosas, no había sido utilizada desde la coronación de su madre, Isabel II de Inglaterra, en 1953.
Rey de reyes y señor de señores, bendice, te suplicamos esta corona, y santifica así a tu siervo Carlos, sobre cuya cabeza la colocas hoy por señal de majestad real, para que sea coronado con tu grato favor y lleno de gracia abundante y de todas las virtudes principescas; por aquel que vive y reina supremo sobre todas las cosas, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén”, dijo Welby.
En la misa, a la que asistieron más de dos mil invitados, el arzobispo ungió las manos, el pecho y la cabeza del monarca, con el aceite del Monte de los Olivos en Tierra Santa y le presentaron un orbe, espadas y cetros.
Carlos se sentó en la Silla de Coronación de roble de 700 años de antigüedad, que alguna vez fue dorada y ahora está desgastada.
Debajo estaba la Piedra del Destino, en la que se coronaba a los reyes escoceses.
Tras esto, sonaron trompetas y se dispararon salvas en todo el Reino Unido.
Además, en la misa tradicional anglicada, Carlos, con mantos carmesí y crema juró ante la Biblia que es un “verdadero protestante”.
Asimismo, el primer ministro Rishi Sunak hizo una lectura bíblica de la Epístola a los Colosenses.
La ceremonia, cuyo nombre en código era Operación Orbe Dorado, fue una exhibición de patrimonio, tradición y espectáculo.
La pareja real lució varios ropajes antiguos bordados con oro, que el rey fue vistiendo progresivamente durante la ceremonia, tres cetros, una espada cubierta de piedras preciosas y un par de espuelas de oro.
Con esto, Carlos se convirtió en el 40 soberano en ser coronado y a sus 74 años es el de mayor edad en asumir la corona.
La multitud reunida en las calles de Londres, pese a la lluvia, estalló en gritos de júbilo.
La reina Camila, de 75 años, fue coronada posteriormente.
Después, de regreso al Palacio de Buckingham tras su segunda procesión del día, escoltados por miles de militares en uniforme de gala, los monarcas aparecieron en el balcón para saludar.
La lluvia caía cuando el rey y la reina salían de la iglesia, pero estaban protegidos por una carpa transparente que conducía al Gold State Coach, un carruaje dorado que se ha utilizado en todas las coronaciones desde 1831.
Desde allí presenciaron un desfile aéreo acortado por el mal tiempo.
Carlos III y Camila salieron acompañados por miembros de la familia real.
Tras el saludo militar al nuevo monarca, miles de personas se concentran en la calle que da hacia el Palacio de Buckingham para ver a Carlos III en la emblemática toma oficial como rey desde el balcón, donde ya se ha detenido la circulación.
Hoy, se celebrarán comidas vecinales en todo el país y un gran concierto pop en honor del monarca frente al Castillo de Windsor, al oeste de Londres.