En Lomas Taurinas estaba programado como el preámbulo del cierre de la primera etapa, que concluiría en Hermosillo, Sonora, entre su gente. Ahí, en Sonora, el entonces gobernador Manlio Fabio Beltrones alistaba todo para la recepción de Colosio, en una junta con su gabinete; en ese contexto fue que el padre del candidato, Luis Colosio Fernández se enteró del atentado contra su hijo.
Conforme han transcurrido estos 29 años hay quienes siguen hilvanando detalles de los hechos ocurridos entre el 28 de noviembre de 1993, día del destape de Colosio y su asesinato en Lomas Taurinas, a manos de Aburto.
Hay elementos de ese tiempo que llevan a la profundización de lo ocurrido en Tijuana el 23 de marzo
Al momento en que Luis Donaldo Colosio bajó del improvisado templete que montaron en Lomas Taurinas para su discurso, sobre una camioneta, el candidato del PRI a la Presidencia lo hizo nervioso. La doctora Olga Islas —una de las fiscales del caso— le contó este detalle a sus alumnos de posgrado, aludiendo a las declaraciones que un ayudante del sonorense le hizo durante su investigación.
Ese 23 de marzo de 1994 Colosio pronunció un discurso de 889 palabras que terminó con un “¡Que viva México!” Ésa fue la última frase que en público hizo el candidato priista antes de bajar de la camioneta y de que empezara a sonar la melodía La culebra con un volumen muy alto, según análisis de la línea de investigación Circunstancias que se dieron en relación con el sonido.
Tras bajar del templete, en un minuto y 58 segundos, Colosio había avanzado aproximadamente trece metros y medio, según el dictamen pericial número 001/97/III del 3 de marzo de 1997, cuando Mario Aburto Martínez le disparó a la cabeza.