Tras haberse forjado una sólida reputación con títulos como No todo es lo que parece, Kick-Ass: un superhéroe sin superpoderes o X-Men: Primera generación, en 2014 el cineasta Matthew Vaughn dirige la primera entrega de Kingsman, adaptación cinematográfica del cómic homónimo creado por Mark Millar, Dave Gibbons y él mismo, en la cual abordó el subgénero del espionaje con una mirada fresca, algo de mala leche e incorrección política, y un eficaz humor negro, caústico e incluso de tintes gore. Dicho largometraje vendría acompañado por dos secuelas, la última de ellas estrenada en 2021.
Tuvieron que pasar tres años para que Vaughn regresase al subgénero con Argylle: Agente secreto. Pero no, no se trata de una secuela o precuela o spin-off de Kingsman, sino de algo completamente diferente.
Por principio de cuentas, la historia tiene como personaje central a la un tanto tímida Elly Conway (Bryce Dallas Howard), autora de una exitosa serie de novelas de espionaje estelarizadas por el galante y sofisticado agente Argylle (Henry Cavill), quién es auxiliado en su lucha contra las fuerzas del mal por el fornido Wyatt (John Cena) y por la experimentada hacker Keira (Ariana DeBose). Tras haber publicado la cuarta entrega con las aventuras de su personaje, Elly intenta trabajar en la siguiente novela que dé continuación a la saga, pero está pasando por un bloqueo creativo y no puede avanzar con su trabajo.
Después de comunicarse con Ruth, su mamá (Catherine O’Hara), y para tratar de reencontrar la inspiración, decide hacer un viaje por tren acompañada tan sólo de Alfie -su gato-, e ir a visitar a sus padres. Durante su travesía todo parece transcurrir normalmente, hasta que se topa con Aidan Wilde (Sam Rockwell) un tipo de aspecto desaliñado y quien es un tanto molesto, el cual dice ser fan de sus libros.