En el último lustro se triplicó la duración de los incendios forestales en Chihuahua al pasar de 19 a 60 horas su tiempo de sofocación. Según Humberto Molinar de la dirección de Desarrollo Forestal de la SDR, la sequía que azota la entidad es todo un reto para los brigadistas y los pobladores serranos que luchan contra la devastación porque las fuentes para suministrarse de agua se encuentran cada vez más abatidas, por lo que deben recurrir a brechas corta fuegos y líneas negras.
El cambio climático es una problemática que en los últimos años ha dejado impacto en diferentes regiones del mundo una de ellas es la región boscosa de Chihuahua, principalmente en municipios como la Sierra Tarahumara.
En esta región, el aire se llena del olor a madera quemada. El fuego avanza y consume arbustos, pastizales e incluso arboles adultos que se convierten en la principal afectación de las conflagraciones. El Monitor de Tarjeta Diaria de Incendios de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) revela que durante marzo del 2025, Chihuahua se mantuvo en el primer lugar nacional de la estadística de incendios forestales activos donde el estado grande acumula un total de 8 mil 445 hectáreas.
La comunidad de combatientes de siniestros en los bosques del estado de Chihuahua, integrada por brigadistas locales, estatales y federales, lucha día y noche contra un enemigo que parece inagotable. Información investigada por este medio revela que hace cinco años, el tiempo promedio para sofocar un siniestro era de 20 horas durante 2019, un dato que contrastaste con el cierre de la temporada de 2024 cuando se superaron las 60 horas.
La información contabilizada durante el año pasado indica que en Chihuahua se obtuvieron un total de 543 incendios que consumieron 127 mil hectáreas 711. 32 principalmente de la región tarahumara en Chihuahua.
No obstante, es de resaltar que del total de superficie que se consumió el año pasado, 2 mil 753 hectáreas fueron de árboles adultos, esto se podría considerar como favorable si se compara con el total de superficie. Estos datos generan una alarma si se compara con el corte de 2019, un año en que se registró una superficie afectada de 41 mil 639 hectáreas tres veces menos de lo que se registró en el año pasado.
Para especialistas como Humberto Molinar Hernández, Director de Desarrollo Forestal y Recursos Naturales de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Forestal, hay varias razones que pueden desglosarse. Esta mezcla de condiciones integrada por la sequía extrema, vientos impredecibles y una geografía accidentada impide que los elementos contra incendios apaguen en un tiempo más reducido las conflagraciones.
En la entrevista que ofreció para este medio de comunicación, resaltó que la organización ha mejorado con la implementación de los Equipos Estatales de Manejo de Incendios (EMI), quienes coordinan esfuerzos entre brigadas de Guachochi, Bocaina, Madera, Guadalupe y Calvo y otros poblados de esta zona.
En su intervención con este medio, Molinar Hernández revela que la prioridad en es clara: primero, la protección de la vida humana; luego, la defensa de los bienes y viviendas; y finalmente, la preservación del bosque, tal como lo establecen los protocolos de actuación generados para esta emergencias.
El director de la dependencia estatal dice que aun con este panorama que luce desalentador en los datos promediados, la naturaleza encuentra su camino para renacer ya que son pocos los árboles adultos que se ven afectados directamente por los siniestros por lo que con las primeras lluvias, los pastizales afectados podrán recuperarse en apenas en dos meses.
Por otra parte, se reconoce y no se minimiza el costo ambiental y humano sigue siendo alto, los incendios forestales no solo consumen hectáreas de vegetación, sino que también ponen en riesgo el sustento de comunidades enteras que dependen del bosque.
Profundizó durante la entrevista y comentó que la falta de humedad favorece la propagación rápida del fuego ya que en los terrenos boscosos puede recolectarse combustible natural que dificulta el combate. Además en las épocas donde más incendios se registran- entre febrero y marzo- la presencia de las ráfagas de viento que llegan a superar los 90 kilómetros por hora en algunos casos, pueden acelerar la expansión del incendio, dificultando el control.
Además ejemplificó que en esta temporada, en zonas como la barranca de la Sinforosa, el combate es prácticamente imposible sin helicópteros, lo que demanda la implementación de tecnología y elementos extras. Expone que aunque hay incendios que duran horas, hay casos específicos de siniestros que se prolongan por más de una semana, por lo que al hacer los cálculos promediados el tiempo se suele disparar.
Hasta el momento de esta redacción, el incendio forestal activo con más tiempo es uno que se tiene documentado en Casas Grandes, donde se están quemando 4 mil 400 hectáreas desde el pasado 5 de marzo, siendo este el principal siniestro activo y vigente en el estado.
Sequía ha prevalecido durante los últimos tres años
Las pocas precipitaciones en diferentes regiones del país han dejado un impacto directo para los mantos acuíferos, ríos y arroyos que no se han podido recargar durante los últimos años que se ha documentado una sequía. La Comisión Nacional del Agua revela que el punto más grave de la sequía para la Sierra Tarahumara fue el año pasado a principios de enero cuando se registró el índice más grave registrado en el Monitor de Sequía de las autoridades federales.
Esta condición se extendió por municipios como: Balleza, Batopilas, Manuel Gómez Morín, Bocoyna, Carichí, Chínipas, Guachochi, Guadalupe y Calvo, Guazapares, Guerrero, Madera, Maguarichi, Matachí, Morelos, Moris, Nonoava, Ocampo, Temósachi, Urique y Uruachi.